Hipocresía en la divulgación de cultura ¿Realidad o ficción?

Hoy vamos a plantear una cuestión controvertida conocida por muchos, pero poco comentada por otros. Con este artículo dejaremos claro ciertas posturas de nuestra redacción.

Llevamos un tiempo viendo ciertos temas en redes sociales y plataformas de vídeo que nos hacen replantearnos donde va encaminándose en cierto modo la divulgación de cultura.

Las personas que dedican un poco de su tiempo a leer cualquier tipo de información, sea breve por redes sociales o algo más extensas en blogs, Youtube o Twitch, no lo verán como algo destacable. Sin embargo, nosotros como medio amateur si creemos en su importancia.

Como bien sabemos, cualquier persona en este mundo donde internet está al alcance de buena parte de la población mundial, puede ver contenido de dos formas:

  1. Legal: Ediciones físicas, plataformas streaming, cines, canales de televisión
  2. No legal: Páginas para descargar o ver de forma online, ediciones físicas piratas

Ver para divulgar utilizando contenido legal es algo que aparentemente debería ser lo habitual. Dicho punto tiene ciertos matices para ser comentados. Primero tenemos las personas físicas o cuentas con cualquier tipo de red social o medio donde expresar sus sensaciones sin buscar nada a cambio aunque exista algún tipo de publicidad para financiar los costes básicos de un servidor y derivados. En cuyo caso nosotros podemos entender su forma tanto de ver cultura como la divulgación de la misma. Entre los segundos encontramos también cuentas o personas donde los intereses creados existen. Además, habiendo ingresos tanto en especie (materiales físicos y digitales) como a través de dinero aunque sea una cantidad irrisoria (tráfico de visitas web, publicidad externa o patrocinios).


Nosotros vamos a poner sobre la mesa ciertos aspectos frecuentes en este mundillo, donde abunda más de la cuenta ciertas decisiones contradictorias con respecto al contenido no legal y la divulgación del mismo.

Una parte primordial en todo este tema es la realizada por distribuidoras de cine. Llevándonos por la realidad donde la pirateria golpea a las empresas rebajando sus ingresos en taquilla cuando estrenan en salas de cine, menor ventas de sus ediciones físicas, etc. La lógica nos hace pensar que cualquier contenido no legal será desestimado y toda cuenta en redes sociales, influencers de cualquier tipo o páginas webs estarían rechazados inmediatamente para cualquier relación empresarial. Sin embargo, el día a día demuestra todo lo contrario.

No deja de ser chocante ir en contra del consumo de cierto contenido no legal y ver después como su forma de proceder es bien distinta. Lo más normal del mundo es que cualquier empresa potencie el consumo de contenidos de manera legal, más aún cuando se trata de sus propios productos o nuevas adquisiciones para llegar próximamente. Si bien, no por ello deja de ser sorprendente que todo esto se convierta en agua de borrajas al ver como dan interacción y ciertos incentivos a medios donde utilizan vías no muy éticas para ganar adeptos. Nuestra mentalidad, sin ser periodistas ni nada parecido, no llega a comprender por qué sucede.

¿Es más importante el camino o el resultado? Algunas distribuidoras parece que su respuesta sería la segunda opción. No tiene sentido dar visibilidad desde esas empresas a reseñas las cuales sus fechas de publicación son cambiadas para coincidir con su estreno oficial  ni tampoco hablar tranquilamente en vídeo sobre contenidos sin estrenar en España habiendo intereses creados detrás. En definitiva, parece no importar cómo hagas tu labor siempre y cuando lleves nuestro producto a la mayor cantidad de gente lo más rápido posible. 

Por lo que se refiere a ese tipo de cuentas o individuos que realizan este tipo de contenido, bajo nuestro punto de vista no buscan principalmente divulgar ni crear un trabajo de calidad y de consulta. Realmente su motivo primordial es crecer lo más rápidamente posible en cifras (seguidores, me gusta, RT) para usarlo como moneda cambio. Mientras tanto, obtienen no solo los regalos «en especie» de las marcas, sino esa retroalimentación, pescadilla que se muerde la cola, ese boca-oreja de sus seguidores sirviendo para  lograr suscripciones, afiliados u modos de financiación como patreon, ko-fi.

Con este tipo de movimientos las empresas dan a entender el poco interés en observar cómo hacen su trabajo los seleccionados en recibir materiales o cualquier tipo de información. Importa poco si eres recién llegado o llevas muchos años. Como un iceberg, parece que solo mirar la superficie es suficiente.


Nuestra pequeña reflexión, tras varios años siendo lectores y ahora divulgadores por entretenimiento, es que todo ha perdido encanto por culpa o necesidad de quienes desean ser los nuevos líderes a costa de la ética profesional.

Un comentario en “Hipocresía en la divulgación de cultura ¿Realidad o ficción?”

  1. Muy de acuerdo en lo que expone el artículo, especialmente habiendo podido asistir de primera mano a ese tipo de cosas en dos ámbitos distintos y tanto en la época preinfluencers como en la actual.
    Lamentablemente, y aunque no se pueda generalizar, se siguen dando casos en los que algunas empresas únicamente miran la métrica (y a veces ni siquiera en profundidad, porque ven la cifra en bruto, sin prestar atención a otros datos igualmente importantes) y así determinan a quién obsequian con su atención en forma de productos, exclusivas, regalos, invitaciones, etc. Y claro, ante esta situación, es perfectamente lógico que haya quien trate de aprovechar esa pescadilla que mencionáis: cuanto más crezca, por el método que sea, más recibo.
    Del mismo modo que en radio o televisión los anunciantes no sólo atienden al número de espectadores/oyentes y a la cuota, sino también a los distintos targets, en la difusión cultural deberían aplicar también criterios de valor (buena comunicación, buena redacción, sinceridad y veracidad, crecimiento de seguidores orgánico con buena implicación…) y no limitarse a cifras en muchos casos infladas de diversas formas ni tampoco recurrir a personajes que hacen un flaco favor al mundillo que sea por la forma de consumirlo y tratarlo.

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